-¡Unova! –exclamó Looker mientras desembarcaban-. ¿No es
una región increíble? ¡Me da escalofríos! Tanta ciudad enorme y respetable, la
diferencia cultural, la diversidad de gente… ¡Aquí encontrarás personas de
todos los lugares del mundo! ¡Y algún italiano habrá también!
Ante la notable emoción del policía, Irene sólo dijo dos
palabras al bajar del barco.
-…Puto frío.
Un lago silencio se interpuso entre ellos. Looker pensó
que quizás el cambio brusco de temperatura, de un clima tropical a un otoño
frío, impedía a Irene admirar la grandeza de la nueva región. Por el contrario,
ella murmuraba comentarios sobre el tiempo para evitar dejar en evidencia el
terrible miedo que la invadía. Era viajera por imposición y estaba acostumbrada
a la cultura de Hoenn. Unova era todo un misterio para ella: un enigma que
había llegado sin avisar, mostrando las afiladas garras del desconocimiento. Aquella
multiculturalidad que maravillaba a Looker significaba para ella una distancia
personal aún mayor: no había una forma de vida única y fija a la que ella
pudiera aferrarse en caso de necesidad. Ciertamente se sentía perdida, aunque
no tenía más remedio que seguir adelante: regresar a Hoenn suponía enfrentarse
a una mafia que la buscaba con ahínco. Caminó hacia delante mientras tiritaba
de frío, frotándose los brazos en un vano intento de entrar en calor. Siguió al
policía como pudo entre la marea de pasajeros, maldiciendo su largo pelo rojizo,
que el viento se empeñaba en colocar en su cara para cubrirle la visión.
Caminaron por el enorme puerto de Castelia. El tamaño de
dicho puerto era un reflejo de las dimensiones de la propia ciudad, una
megaurbe repleta de rascacielos que formaban el centro financiero de la región.
Por el muelle se movían numerosos viajeros, muchos de los cuales eran
entrenadores pokemon. Looker le dijo que no debía temer nada, pues la seguridad
allí era muy alta y no aparecería ningún matón. Un poco más adelante, al salir
del puerto, pasaron por un control policial, prueba irrefutable de que las
palabras del agente eran ciertas. No tuvieron ningún problema con el control,
pues el equipaje que llevaban –una pequeña maleta propiedad del policía, y la
mochila de Irene- no contenía nada peligroso. Además, la documentación de
Looker los ayudó considerablemente en la tarea de que pronto los dejaran en
paz.
Una vez pasado el control, salieron a la propia ciudad y
se dirigieron al Centro Pokemon. Para Irene, aquello era todo un mundo nuevo:
hasta la mayor de las ciudades de Hoenn era un pueblecito al lado de Castelia.
La avenida que rodeaba el puerto era inmensa: una carretera con seis carriles
repletos de coches de todos los colores, que se desplazaban hacia todos los
lados en una marea tan solo detenida por unos semáforos que permitían cruzar a
los peatones cada pocos minutos. Estos últimos fascinaron a la joven: en un
grupo de alrededor de cincuenta personas, que esperaban para cruzar la calle,
pudo observar la mayor variedad de rasgos físicos, ropa y personalidad que
hubiera visto jamás. Cuando el semáforo dejó pasar a los viandantes, Looker e
Irene se vieron arrastrados por el grupo. Permanecieron lo más cerca posible el
uno del otro, hasta que, para su alivio, consiguieron atravesar la calle. En
aquella acera se encontraban edificios que albergaban numerosas tiendas de diversos
productos. Todo era brillante, ruidoso y veloz. Veinte minutos después, tras
sortear numerosos obstáculos en forma de personas descuidadas, árboles y
algunos pokemon traviesos, llegaron por fin al Centro Pokemon.
Una vez allí, ambos dejaron descansar a sus equipos tras
el largo viaje: Looker poseía un Croagunk, mientras que Irene contaba con
Skarmory, Gardevoir y Blaziken. Fueron a la cafetería y se sentaron en una
pequeña mesa roja en la esquina para tomar algo y calmar el hambre. El policía
sacó de su maleta un ordenador portátil con el que se ensimismó mientras comía
su sándwich. La joven, por su parte, se dedicó a observar a la gente que había
a su alrededor. Todos los entrenadores le parecían felices. Desde muy jóvenes
salían de viaje junto a sus pokemon, hacían amigos, combatían y aprendían
muchísimo al interaccionar con gente de otros lugares. Incluso se rumoreaba que
algunos de esos críos se habían enfrentado a organizaciones criminales y los
habían vencido. Sin embargo, pensó ella, esas organizaciones se centraban en
los pokemon y no llegaban a cometer delitos graves. Se había creado así una
sensación de seguridad que formaba un falso mundo feliz: todos confiaban su
protección a sus compañeros pokemon y, como nunca pasaba nada grave, la gente bajaba
la guardia.
Ella los envidiaba. Lo que más deseaba era formar parte de
ese mismo mundo seguro y alegre, donde nadie temía por su vida.
Desafortunadamente, pertenecía a ese pequeño porcentaje de gente que se
integraba en un estilo de vida mucho más oscuro, oculto a la mayoría y muy
marcado por la violencia. La gente normal ignoraba la existencia de esta
subcategoría social porque temían admitir que la gente moría y que los delitos
graves aún tenían lugar. Se empeñaban en creer que las guerras eran cosa del
pasado. Por suerte, había un tercer grupo de gente: el de los policías, que no
pertenecían a la violenta parte de la sociedad, pero conocían su presencia y
protegían al resto del mundo. Sufridos policías, pensó Irene, pues nadie les
agradecía esa protección, ya que ni siquiera sabían que existía.
-Gianni Bianchi –dijo de repente Looker.
Irene dio un respingo por la sorpresa, estando a punto de
caerse de su asiento. No había esperado que Looker le dijera algo así, sin
previo aviso. Con notable incomodidad, respondió:
-¿S-sí?
-¿Cuál es tu relación con él?
Ella tragó saliva. Cuando fue a contestar, notó la
garganta seca y logró, con mucho esfuerzo, articular la respuesta:
-Es… mi padre.
En el rostro de Looker apareció un leve gesto de sorpresa.
-Vaya. Era obvio que era un pariente tuyo, pero… No
esperaba esa respuesta.
Irene apretó los labios. No sabía cómo reaccionar ante
aquella situación.
-Así que la hija del jefe de la mafia… Eso explica esa
fijación suya por encontrarte. Deduzco que huiste de él, ¿me equivoco?
-No, estás en lo cierto. Y ojalá no fuera hija suya.
-¿Pero qué hiciste? ¿Por qué parece tan enfadado contigo
como para buscarte y querer hacerte daño? –preguntó el policía, intentando
tantear un terreno poco conocido para él.
La chica lo miró fijamente. No sabía si debía responderle
o no. Tras unos segundos, cuando Looker pensó que ya no recibiría una
respuesta, ella dijo amargamente:
-Existir.
Un rato después se dirigieron a la oficina de la policía
más cercana, situada en un rascacielos en una de las calles principales de la
ciudad. Mientras callejeaban y sorteaban algunos peatones, Looker le explicó a
la joven que él tenía el deber de colaborar con la policía local y regional
para poder trabajar sin problemas.
-¿Por qué hemos venido a Unova?
-Para protegerte, obviamente –explicó él-. Estamos muy
lejos de ellos y dudo que vengan hasta aquí.
-No estoy tan convencida de ello. Además, será difícil
para ti seguir investigando.
-¡El mundo está globalizado! –exclamó, sonriente-. Tengo
agentes trabajando en Hoenn. Ellos nos enviarán la información por Internet y
nosotros ensamblaremos las piezas desde aquí.
-Ya veo.
Looker tardó alrededor de dos horas en hablar con los
agentes de la policía de Castelia, explicarle la situación en la que se
encontraban y conseguir un pequeño despacho para trabajar. Una vez sentados en
la mesa de una diminuta sala bien iluminada, Looker abrió de nuevo su portátil
y le comentó a Irene lo que había descubierto hasta el momento.
-Tratamos con una mafia de origen italiano, cuyo jefe es
Gianni Bianchi. Hace treinta años se establecieron en la región de Hoenn, donde
han llevado a cabo casi la totalidad de sus acciones. Negociaron con varias
empresas de construcción, ferrocarriles y náutica, sobre todo con relación al
tráfico de droga. Es obvio que empleaban sus métodos para asegurarse de que
dichas empresas despejaban el camino de entrada de la droga a la región. Tienen
a más de cien hombres trabajando directamente en la mafia. Son tanto de Italia
como de Hoenn, la mayoría matones que emplean métodos muy violentos con sus
víctimas.
-Torturas y asesinatos. Los descuartizan –murmuró ella,
cerrando los ojos con gran pesar.
Apoyó
los codos contra la mesa al notar que se mareaba, y un recuerdo le vino a la
mente durante un instante. Looker siguió hablando y ella lo agradeció en
silencio, esforzándose por seguir la conversación y no pensar en lo que no
debía.
-Exacto –dijo el policía, concentrado en la charla-. Y
mueven una enorme cantidad de dinero al año. El problema es que, como tú, no paran
de moverse: es imposible pillarlos porque van traficando de un sitio a otro.
Tienen gran cuidado de no desvelar su próximo destino a más de unos pocos
miembros selectos, del más alto rango. Por eso a mis compañeros infiltrados les
es tan difícil hacernos llegar los siguientes destinos, siendo muchas veces
demasiado tarde.
-Mucho me temo que no puedo ayudar en eso.
-Bueno, no esperaba que tú lo supieras –la excusó, con una
sonrisa-. La clase de información que quiero conseguir de ti es otra, no voy a
pedirte que me digas por dónde se van a mover.
Irene asintió en silencio. Siguió escuchando lo que le
decía Looker, atenta por si había algún detalle en el que pudiera aportar algo
de información. Poco a poco fueron poniendo algunas cosas en común, y la joven
empezó a sentirse útil por fin.
De vuelta al Centro Pokemon, ya de noche, recogieron sus
equipos pokemon. Decidieron sacarlos de sus pokeballs para cenar todos juntos.
Looker pudo comprobar que Irene estaba muy unida a sus compañeros de viaje y se
comprendían a la perfección, a pesar de la ausencia de palabras.
-Tus pokemon son grandes y fuertes –observó el policía
mientras cenaban-. Supongo que habréis viajado mucho.
-Sí –dijo mientras acariciaba con ternura a Skarmory, que
intentaba jugar con ella robándole la comida.
-¿Cuántos años lleváis juntos?
-Mmm… Cerca de once.
-Vaya, es mucho tiempo. ¿Qué edad tienes?
-Diecinueve –respondió, riendo levemente.
Skarmory aprovechó que su entrenadora estaba distraída
para coger con rapidez un trozo de pan, que devoró con alegría.
-Es decir, que llevas con ellos desde los ocho años.
-Sí. Desde que huí.
-Eras bastante pequeña –señaló, sorprendido.
-No me quedaba otra.
-¿Y antes viviste con tu padre?
-Sí –respondió lacónicamente.
-¿Cómo era antes tu vida? Quizás me sirva para…
-No –respondió ella bruscamente-. Mi vida privada no te
servirá de nada.
-Eso no puedes saberlo, cualquier cosa podría serme útil.
-Apenas llevamos juntos una semana desde que nos
conocimos. No pienso contarte nada de mi vida privada. ¡Si ni siquiera sé quién
eres tú!
Hubo un breve silencio. Irene siguió jugando con Skarmory,
pues le daba vergüenza hablar de ella misma, y trataba de evitar recordar su
pasado. Tampoco le gustaba tener que ponerse borde con los curiosos. Sabía que
Looker quería ayudarla, pero no se sentía preparada para contarle ciertos
hechos de su vida, por mucho que pudieran ayudar a la investigación.
-Está bien, Irene, tienes razón. Perdóname si te he
molestado, no era mi intención. Tu vida privada es asunto tuyo, y también es cierto
que apenas sabes nada de mí. Es lo que tiene ser agente secreto, no puedo ir
por ahí exponiéndome.
Los ojos marrones del policía miraron fijamente a la
muchacha, que pareció aceptar las disculpas en silencio.
-¿Qué quieres saber? –la animó a preguntar.
Irene reflexionó acerca de qué le intrigaba más sobre
aquel hombre. Mientras pensaba, golpeaba la superficie de la mesa con los
dedos, creando un pequeño ritmo.
-Pues… -se atrevió a decir por fin-. ¿Qué edad tienes?
Looker rió.
-Esperaba una pregunta más indiscreta.
-No soy cotilla.
-Vale, me parece bien. Tengo 42 años.
-Te conservas bien –comentó ella, observando detenidamente
el rostro del policía.
-Gracias –rió él. Notó que su ego subía.
-Y dime… ¿Llevas mucho tiempo trabajando como policía
internacional?
-¡Oh, sí, toda la vida! Pronto harán 20 años. Empecé
siendo bastante joven, como puedes ver.
-Vaya… ¿Es difícil?
-No es fácil, pero me gustan los enigmas y los retos. Y
viajar –añadió, haciendo un gesto enfático con las cejas.
Irene se estaba divirtiendo. Si lo que le contaba Looker
era cierto, podría preguntarle muchas curiosidades acerca de otros países que
hubiera visitado.
-¿Hablas muchos idiomas?
-Por supuesto. Entre ellos inglés e italiano, pero conozco
más. ¿Qué hay de ti?
-Solo los que has mencionado. Me gustan los idiomas, pero
no he tenido oportunidad de aprender más.
-Cuando seas libre podrás aprender muchas cosas.
La joven sonrió, pensando en ese deseado concepto de libertad.
-¿Tienes alguna relación? ¿Algo estable? ¿Estás casado o
algo?
-¿Tienes algún interés especial en ello? –preguntó él,
intentando tomarle el pelo.
Como ella era malísima para pillar indirectas, puso cara
de no haber entendido nada.
-Es simple curiosidad… No sé si es fácil tener una vida
normal viajando tanto –explicó, un tanto confusa. Se rascó la cabeza, peinando
con los dedos su larga melena pelirroja.
El rió y contestó:
-No. No tengo nada en especial con nadie. Como bien has
dicho, viajo demasiado.
-¿Y no te sientes solo?
Looker sonrió sinceramente.
-A veces un poco, pero estoy demasiado ocupado con mis
casos.
-¿Has resuelto muchos? –dijo emocionada. Admiraba mucho a
los policías que resolvían casos difíciles.
-Oh, sí –respondió Looker con un tono de misterio.
Se acomodó en la silla con un gesto de orgullo y se
preparó para contarle algunos de sus mejores casos.
Espero que os guste, y gracias por leer *v*
Una vez más, ¡buen trabajo!
ResponderEliminarMe has dejado en ascuas -que no en rueda fuego- con lo de "the mocho"...
¡Gracias!
EliminarEs lo que tiene invitar a artistas tan famosos como "the mocho", que le dan fuego al asunto.
La parte mala es que contratarlo me ha dejado sin calderilla.
Joo pobre Irene ;__;
ResponderEliminar¡Espero que Looker consiga ayudarla! >< (o Ingo, que aparece en el próximo *-* (junto a the mocho))
Va muy bien, me gustan mucho los diálogos sobre todo ^^
Yo no digo ná, que lo que diga son spoilers. Así os dejo with the intriga. *complejo de Moffat*
EliminarAh, me alegro de que te gusten los diálogos, pensé que serían aburridos :')
Me gusta este mundo alternativo de Pokémon :) muy buenos relatos, estoy deseando leer el próximo y ver que le ocurre a Irene
ResponderEliminarAy, muchas gracias *^*
EliminarMe alegro de que te guste, no estaba segura de si me iban a apedrear por trastocar el típico mundo feliz de Pokémon... xD
Magnífico.
ResponderEliminarQuiero mááááááás I-I
Vale, no está nada mal. Creo que haces breves descripciones concisas que hacen que el lector no se aburra y quede todo clarísimo. Veo perfectamente a los personajes, sus personalidades, en todas las conversaciones. Está muy bien redactado y creo que la cosa va a ir a mejor. Es cierto que a veces me pierdo con nombres, porque no juego a pokemon desde hace "mocho" y tengo al lado google para que me muestre imgs xDD Pero vamos, eso es cosa mía. Espero seguir esta historia, aunque sea poco a poco, y ver como se van desarrollando los personajes y sus relaciones ;D
ResponderEliminarMe alegra mucho saber que las descripciones no aburren :'D
EliminarHabía pensado al principio en poner imágenes y demás de los personajes, pero al final me dijeron que no hacía falta, que ya os buscaríais la vida. Espero que no sea muy lioso >.<
Gracias por el comentario :)